Hacia el Partido Liberal

Hacia el Partido Liberal

INICIAMOS NACIONALMENTE RECOGIDA DE FIRMAS PARA EL PARTIDO LIBERAL DE VENEZUELA:

La primera colecta de firmas se llevo a cabo en la Universidad Nueva Esparta el 1ro de diciembre de 2009

Jefes de Equipo:

Miranda: Orson Laufer
Distrito Capital: Julio Pieraldi
Carabobo: Juan Mateu Petit
Tachira: Jose Luis Rivas
Zulia: Propuesta Liberal
Oriente del pais: OLD (www.old.org.ve)


Motivo de la ruptura con el FLV




- Oposicion de los miembros de FLV a las ideas liberales, algunos declarados antiliberales.

- Hostilidad de los antiliberales hacia miembros de ODLV.

- Imposibilidad de registro de las siglas FLV ante CNE y desinteres de los miembros para buscar un nuevo nombre o siglas.

- Apoyo de los miembros del FLV a la Mesa de la Unidad.

- Desinteres de los miembros por registrar el partido politico.

- Colocacion de socialistas en la planilla de dirigentes.

Instamos al pueblo de Venezuela a estar muy atento sobre los falsos movimientos liberales en Venezuela:

Frente Liberal de Venezuela
Movimiento Liberal Pueblo Unido
Fuerza Liberal

Frases de los principales miembros dirigentes del FLV:

YO NO SOY LIBERAL lo puedo decir con toda humildad y sinceramente no quiero etiquetas de ningun tipo porque ello limita mi acción
Carlos Yepez, dirigente del Frente Liberal de Venezuela

EAU, Qatar (ejemplos de paises prosperos por tener) libertades reguladas.
Irwing Rios, Dirigente del Frente Liberal de Venezuela

la derecha venezolana puede cohabitar con la centro izquierda, no así con el chavismo radical que lo único que le interesa es la destrucción del contrario.
Miembros del Movimiento Republicano, Adherente al Frente Liberal de Venezuela

IDEAS INICIALES

El proceso hacia el partido de la ODLV está iniciandose con un Comite de Trabajo de tipo nacional. Ante algunos intentos fallidos de llevar a cabo un partido con otros movimientos "no liberales", la ODLV ha decidido avanzar con el registro en solitario, sin comprometer nuestra integridad ideológica con el pueblo venezolano.

El Comite está compuesto de un equipo de desarrollo y negociaciones con el CNE y un equipo de recolección de firmas a nivel nacional.

Por los momentos, desconocemos cual sera el nombre definitivo del Partido Liberal. Sin embargo, ya se trabaja una lista extensa de nombres que podremos utilizar. Creemos fundamental que el primer paso hacia la creación del partido debe ser el registro legal del mismo. Un partido no registrado, no es un partido. Asimismo, continuaremos con el proceso de divulgación de forma poderosa en 2010.

Les dejamos con el proceso:

1. Divulgación

Razón: llegar a la opinión pública venezolana de una forma nunca antes vista.

La izquierda, siempre que se ha visto imposibilitada a combatir ideológicamente las ideas liberales, ha acudido a la propaganda. Desde siempre los socialistas de todo el mundo han contado con grandísimos propagandistas y difusores.

Decía Hayek que los liberales debemos ser “agitadores”. Para darnos a conocer en Venezuela es necesario, sobre todo, lanzar una profunda campaña propagandística a nivel nacional que explique claramente cuáles son las ideas liberales y qué es lo que proponemos.

Propaganda implica cambiar la matriz de pensamiento de la opinión pública y, obviamente, aumentar de manera colosal seguidores (potenciales multiplicadores) en todo el país.

La propaganda, creemos, debe llegar a todos los barrios y a todos los pueblos de la nación venezolana para ser eficaz. Debe ir acompañada de ideas claras y propuestas coherentes. La propaganda debe cautivar, llamar la atención de todos, no puede ser excluyente, ni emotiva. Si explicamos bien en qué consiste el liberalismo, acabaremos con muchos dogmas y prejuicios irracionales que se sustentan en contra de esta corriente de pensamiento.

2. Organización

Al mismo tiempo que divulgamos iremos organizando nuestro movimiento nacionalmente. Delegados, directores y representantes en las ciudades y Estados venezolanos.

Un grave error de los liberales desde siempre ha sido obviar la acción política. Si queremos ser oposición en Venezuela, debemos tener ambiciones políticas claras.

La organización no debe ser sólo territorial sino ideológica. Debemos aprender de nuestros errores del pasado, y debemos aprender de los errores de la actual oposición venezolana.

Las mezcolanzas ideológicas dentro de un movimiento no hacen sino retrasar el proceso político. Todo movimiento político debe tener una clara ideología definida; por eso el chavismo ha llegado tan lejos: mientras su oposición pide democracia y la componen personas de todas las corrientes políticas de la IV República, el Socialismo del Siglo XXI, está muy definido y avanza de manera contundente.

Por eso los liberales, al darnos a conocer, nos convertiríamos poco a poco en la oposición que Venezuela y su propio Gobierno han pedido desde hace tiempo. Una oposición clara en sus ideas, opuesta a los valores del socialismo, pero respetuosa con todos. Una oposición de verdad.

3. El Partido Político

Sin un sólido Partido Liberal, el orden de organización de la ODLV, ni nuestras ideas políticas podrán ser aplicadas. Una Asociación Civil, un Tanque de Pensamiento o una ONG, son absolutamente deficientes para desarrollar eficazmente las labores políticas.

Al mismo tiempo, debemos ir creando líderes políticos que releven a los actuales. Una nueva generación de líderes liberales, con principios y, sobre todo, con ideología política. Que no critiquen a las personas sino al sistema, que no se opongan a estructuras de gobierno tan afanosamente sino a ideologías concretas.

No podrá haber partido si no hay organización nacional, y no podrá haber organización nacional si no hay una eficaz divulgación de nuestra doctrina. En otras palabras, el partido no puede surgir de la nada, sino como consecuencia de nuestras acciones previas.

4. Cargos públicos

Es importante tener una Asamblea Nacional con mayoría liberal, Alcaldías y Consejos Comunales. Todos los puestos serán necesarios en el proceso. Los liberales debemos ir a las elecciones y llegar al Congreso. La democracia ha sido el arma política de la actual oposición. Para nosotros, la democracia será el medio por el cual aplicaremos nuestras políticas.

Limitaremos el tamaño del gobierno y del Estado asumiendo una fuerte oposición en la Asamblea Nacional. Derogaremos leyes malas, votaremos en contra de la amplificación del gasto público y en contra del aumento de los impuestos. Votaremos en contra de la limitación a los derechos de vida, propiedad privada y libre emprendimiento.

Al mismo tiempo, propondremos leyes buenas, y un gobierno limitado en sus funciones: seguridad, justicia y obras públicas. Las regiones liberales demostrarían trabajar más eficientemente y los venezolanos tendrían el poder de comparar entre los dos sistemas.

Mientras más cargos públicos asumamos, menor fuerza tendrá el chavismo para actuar políticamente. Y, como consecuencia de esto, habrá más poder para centrarnos en las tres funciones básicas que realmente importan a los venezolanos. Así combatiríamos eficazmente los males a los que se enfrena el país.

Todas nuestras acciones vienen determinadas por dos principios: nuestro amor por Venezuela, y nuestro amor por la Libertad. Sabemos que sin otra oposición no habrá otro gobierno, pero también sabemos que esta oposición debe ser ideológica para triunfar en la contienda política nacional.

Las fórmulas de la IV República han fracasado. Su manera de hacer oposición ha fracasado y los venezolanos los saben. También está muy claro que, en la práctica, lamentablemente el socialismo del Presidente Chávez es un fracaso. En Venezuela hay más inseguridad, más desempleo, peores infraestructuras y menos capitalización, siendo esto sólo el comienzo de la revolución bolivariana…

www.ODLV.org

www.ODLV.org/new

Suárez: “Oposición debe rechazar leyes centralizadoras”

Propone crear un programa frente al socialismo, que consiste en desarrollar un gobierno eficiente, con menos gasto público y derogar leyes que causan pobreza en el país.

Para el presidente de Rumbo Propio, Néstor Suárez una de las banderas de la oposición del país debe ser la de oponerse al socialismo y proponer en una agenda legislativa, la eliminación de todas las leyes que han centralizado y despojado de los recursos a las regiones al poder central.

Sostiene que para eso, se debe construir a través de la desestatización un proceso de transición a un gobierno limitado. En otras palabras, desestatizar y nacionalizar todo lo que “el Gobierno nacional le robó a los ciudadanos”; siendo esto justamente el debate que debe generarse en el país, para establecerse una verdadera unidad.

Asimismo dijo que es muy importante los candidatos que se llevarán a las próximas elecciones parlamentarias, porque a su juicio, no se puede llevar a cualquiera porque lo que viene es duro y solamente lo pueden enfrentar, hombres preparados, consistente ideológicamente y que puedan debatir, y demostrarle al Presidente que está equivocado.

Sin miedo al socialismo

El representante del referido movimiento ideológico afirmó que no hay que tenerle miedo al socialismo, ni estatismo y tampoco al centralismo, porque existe un antídoto superior a ello, que no es más que la desestatización.

En consecuencia expresó que hay que articular un programa con coherencia intelectual frente al socialismo, que se basa en lo opuesto al estatismo y que se manifiesta en la desestatización, cuya filosofía inspiradora se puede resumir en tres refranes conocidos: Quien mucho abarca, poco aprieta. Zapatero a tu zapato. Quien mucho ayuda, no estorba.

Explicó que en el primero el gobierno debe concentrarse en poco, evitando la dispersión, para que sea eficiente. En el segundo, dedicarse a lo que pueda ser mejor y con menos gasto dispendioso, porque a lo que incrementa el gasto público excesivamente destruye también la fortaleza de la economía; y el último se refiere a que lo mejor que puede a hacer el Estado es quitarse del medio y derogar todas las leyes malas que causan pobreza.

No hablar de descentralización.

Indicó que la estatización evita que se incurra en un error en la estrategia para poder cambiar el sistema, por ejemplo, destacó que no se puede seguir hablando de la descentralización, e incluso instó a los gobernadores y alcaldes de la oposición a no seguir cometiendo esa equivocación, pues considera que están confundidos.

“Ya no se puede descentralizar nada, porque todo está centralizado, controlado y regulado por el Gobierno central. Al contrario, señaló que hay que desestatizar la sociedad para luego ir a descentralizar las funciones, atribuciones y competencias, pues precisó que la descentralización se ha concebido, como el reemplazo del gran estatismo centralizado en la capital, por un conjunto de estatismos regionales paralelos, cada cual con asiento en su localidad.

Agenda liberal.

El presidente de Rumbo Propio, además mencionó que la agenda liberal para Venezuela es: Reforma del Estado, privatización y recuperación de la soberanía, recorte de impuestos y cese al endeudamiento público, rebaja sustancial en los precios, más empleo productivo y reforma judicial; entre otros.

La Salida es Liberal



Alberto Mansueti

LA SALIDA ES LIBERAL

Y PASA POR LA CONFRONTACIÓN IDEOLÓGICA CON EL SOCIALISMO

“Unidad y no confrontación” dice la oposición socialista en Venezuela. Y sus dirigentes viven confrontados entre sí, aunque su confrontación no es ideológica. Es puramente personal. Así es siempre entre políticos sin principios. En el fondo todos están unidos en lo ideológico, porque adhieren al estatismo imperante en Venezuela desde siempre, y comparten sus principios, pero de manera implícita y vaga, no expresa y clara.

Y cuando los principios ideológicos no son claramente definidos, la unidad no es posible porque reinan las ambiciones puramente personales. No hay conciliación ni “acuerdo” ni “consenso”, porque es Fulano o es Mengano. Por eso las pugnas internas de la oposición venezolana son muy duras e interminables, aunque se enmarcan en el contexto común del estatismo: en algunos un poco más mercantilista, en otros un poco (o mucho) más socialista. Pero todos piensan igual; y todos quieren lo mismo: su “cuota”.

La salida pasa por desafiar al socialismo en lo ideológico. Es vital. Por eso se requiere confrontación ideológica. Pero no la quieren los socialistas de Gobierno ni de oposición:

-- Los oficiales no quieren confrontación ideológica porque el chavismo es un “socialismo real”, y todo socialismo real huye de la confrontación porque sale muy mal parado: no hay comida, no hay agua, no hay luz.

-- Los opositores tampoco, porque quieren reconstruir el acuerdo socialdemocracia-socialcristianismo de 1958-98. Por eso se empeñan con garras y colmillos en que “lo de Chávez no es socialismo”: porque para ellos es muy importante salvar el honor del socialismo.

Con esa política la oposición lleva soga para su propio cuello desde hace diez años. Porque a Chávez no le sostiene “la “chequera” ni el fraude.

-- “La chequera” del petróleo no le llega al pueblo --ni de Venezuela ni del exterior-- salvo unas pocas migajas para mostrar y hacer propaganda; el dinero se queda en las cuentas bancarias de los intermediarios rojos: mansiones, viajes, fiestas ostentosas y carros lujosos.

-- El fraude no sirve para sostener a ningún régimen si hay una oposición con un programa atractivo, decidida y bien articulada en partidos sólidos, y con apoyo masivo, capaz de defender con fuerza y eficacia el triunfo de una mayoría aplastante en las urnas. Esto no ocurre en Venezuela, pues los partidos socialistas opositores se encuentran muy desacreditados, aunque no por ser socialistas, sino por ser partidos.

A Chávez le sostiene la legitimidad del socialismo. Es la actitud de benevolencia de la gente hacia el socialismo, basada en la generalizada "mentalidad anticapitalista" (Mises, 1922): la creencia de que el capitalismo es intrínsecamente malo, perverso e incorregible, mientras que su contrario antagonista el socialismo, puede ser malo, regular o bueno, según "quién lo aplique y cómo".

Por eso al socialismo siempre se le concede el beneficio de la duda, y en todos los países se le dan una y otra oportunidades de ensayar... una vez y otra vez y otra vez más, y así los fracasos se reiteran indefinidamente. No hay oportunidades para el capitalismo liberal ni para sus defensores. No las hay para acceder al poder, ni para acceder a los medios a fin de presentar una defensa, una reivindicación, una propuesta capaz de entusiasmar y movilizar.

Otro factor que sostiene a Chávez es la increíble pereza intelectual de la vieja clase media venezolana, que se resiste a pensar, y su partidofobia histérica. Salvo honrosas pero pocas excepciones, no quiere investigar ni documentarse o informarse sobre el socialismo, ni sobre la vía de salida. No quiere aprender. Se la pasa entre chiste y chisme, en lo puramente anecdótico y personalista del cuadro político, y en su rabia. Sigue con toda su máxima atención el último rumor, y el que le sigue y viene; así se mantiene “actualizada”. Porque asume que Chávez va a caer solito, por arte de magia. Si alguien les habla de construir un partido liberal, le dicen: “No…. liberal no. Ya Chávez nos tiene ideologizados.” Y lo segundo que le dicen es: “¿Partido? ¿Otro más? No…. partido no. Ya hay demasiados.”

La vieja clase media está matando su propio futuro. No tiene razones valederas para rehusarse a pensar en el tema ideológico y en la única salida racional y efectiva, al contrario. Pero sigue en ese punto ciegamente a una dirigencia oposicionista que no quiere que piense, y que sí tiene motivo para rehuir la investigación, el debate y la confrontación ideológica entre ideas opuestas.

¿Por qué rehusan los dirigentes opositores tratar el tema ideológico? Porque sueñan con una reedición completa y entera del puntofijismo: un acuerdo de todo el arco político de socialistas de todas las tendencias y siglas, excluido solamente el socialismo radical, que en 1958 era el PCV y ahora es el PSUV.

Pero a este paso se ve que no van a lograr cumplir ese sueño. Porque así nunca saldremos de Chávez. ¿A quién le interesa un regreso al pasado? Es más, ¿a quién le interesa una confrontación de socialismo versus socialismo? Eso es aburridísimo y por eso tanta opinión permanece apática.

-- Para los liberales es muy importante insistir en que el chavismo sí es socialismo, a fin de producir confrontación ideológica. La caída de los regímenes comunistas en 1989 nos enseña que la salida es recogiendo el desafío ideológico del socialismo, erosionando de este modo su legitimidad en el imaginario popular (y de las elites). Y la única vía de hacerlo es revindicando el capitalismo, y contrastando al sistema con una oferta de salida liberal para un futuro inmediato.

Así de ese modo hay contrastación, cuestionamiento y confrontación, y se posibilita la salida del régimen en tanto se erosiona la legitimidad del socialismo, que es la gran plataforma que sostiene a Chávez, y no el billete ni el fraude electoral, como la oposición socialista cree, o pretende que creamos que cree...

-- Otro punto clave es mostrar que "liberalismo" no es la fracasada experiencia de los '90, como lo aclaro en mis dos libros más recientes, disponibles on line...

http://lasleyesmalas.blogspot.com/

-- Y por fin, para Venezuela es de vital importancia que los liberales logremos una referencia política con la que podamos identificarnos todos los abstencionistas sistemáticos: más de la mitad de los venezolanos, que no votamos ni nos inscribimos en el REP porque no nos reconocemos como representados por el partido único oficialista, ni tampoco por los múltiples partidos, grupos y voceros de la actual oposición, que en el fondo piensan todos igual, y quieren todos lo mismo.

Pero sin confrontación ideológica no hay salida.

alberman02@hotmail.com

propuestaliberal@gmail.com

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Queremos ser República‏





Ante la triste y crítica situación política por la que atravesamos, todos los venezolanos deberíamos en este año que esta por terminar, hacernos algunas reflexiones y decidirnos a ser actores activos para ayudar a resolverla. Debemos comenzar preguntándonos; qué tipo y clase de país queremos, y en qué hemos contribuido cada uno de nosotros para hacer realidad ese anhelo y deseo de nación que hemos querido tener. Creo que todos coincidimos en que queremos tener Patria y deseamos ser República.

Algunas preguntas que son esenciales y obligatorias, nos ayudarán en estas reflexiones. ¿Somos República, a pesar de que todos los poderes del Estado se encuentran secuestrados y férreamente controlados?, ¿somos República a pesar de que no existe un Estado de Derecho?, ¿somos viable como país, cuando los gobernante de turno llegan para robarse el erario público, en vez de utilizarlo en el desarrollo social y económico del país?

¿Qué clase de sociedad estamos desarrollando y heredando a las generaciones futuras, cuando se privilegia el vicio sobre la virtud, el robo sobre la honradez, la mentira y el engaño sobre la verdad, la traición y la deslealtad sobre la palabra dada y comprometida?

Todos somos responsables de la desastrosa situación política que vivimos, unos por acción y otros por omisión. Muchos han dejado que otros hagan, lo que ellos desde una posición muy cómoda y nada comprometida no han querido hacer.

Existe una línea bien marcada y divisoria, entre los que buscamos persistentemente una alternativa de un cambio serio, honesto y sincero, y los que no quieren que las cosas cambien. Los que queremos un país sano y los que quieren que el país continúe enfermo, para seguirse aprovechando, porque únicamente les interesa satisfacer su hambre insaciable de poder, por el poder.

Los venezolanos tenemos que aceptar el reto, el desafío y el compromiso de poder producir una alternativa política aceptable y compatible con los principios y valores éticos, morales y cristianos del necesario cambio que la gente reclama y el país necesita.

Debemos necesariamente poder estructurar y desarrollar una alternativa distinta al socialismo. Esta alternativa de cambio debe representar una diferencia entre lo cualitativo frente a lo cuantitativo, porque deberá estar sustentada en la fuerza de ideas, principios y valores, frente a los antivalores, y a la fuerza de recursos y maquinarias electorales de los socialistas. Abrazar el cambio significa escoger conscientemente el futuro.

Ha llegado la hora de que todos nos veamos frente al espejo de nuestras vidas, y viéndonos directamente a los ojos nos preguntemos, si nos conformamos con el país y la vida que tenemos, el que nos dan y nos permiten los socialistas y la clase política tradicional, cual migajas y limosnas, o si por el contrario decimos ¡Basta Ya!, no más mentiras, no más engaños, no más robos descarados, no más corrupción. No más compra de lealtades, de conciencias y de voluntades.

Rompamos el laberinto en que nos tienen atrapados, y conectémonos con la visión de futuro y alternativa de cambio que queremos para Venezuela. Todo lo demás son pasos y etapas en la trayectoria para alcanzarlo. Convirtámonos todos en factores de cambio para refundar la República, recordando lo que sabiamente afirmaba Gandhi, “la fuerza no proviene de la capacidad física, proviene de una voluntad indomable”.

Estamos a la víspera de fundar el FRENTE LIBERAL DE VENEZUELA. Y desde esa plataforma emprenderemos la tarea de dar a conocer nuestro ideario libertario.

Desde ya le presentamos al país las cinco reformas necesarias para revertir un siglo de estatismo malversador y secuestrador del estado.

1.- Reforma del Estado y del Gobierno: "Más individuo menos Estado" Para limitar la acción del estado en contra de las libertades individuales y devolverlo a sus funciones propias.

2.- Reforma de la Economía: Pasar de una economía rentista en manos del estado a una economía productiva en manos de los ciudadanos.

3.- Reforma de los sistemas de Educación, Salud y Pensiones. Para la dignificación del ciudadano como beneficiarios de las políticas públicas.

4.- Reforma Judicial: El establecimiento de un Estado de Derecho que garantice una verdadera igualdad ante la ley sin privilegios para nadie.

5.- Reforma de los Órganos de Seguridad y Defensa: Para el establecimiento de una cultura de respeto, paz y seguridad ciudadana.

Estas son las respuestas Liberales a los retos y oportunidades que surgen en el umbral de un nuevo desafío para la conquista de una Republica con libertad, responsabilidad, compromiso, tolerancia, respeto, justicia social, bienestar, progreso, prosperidad, felicidad, vocación de servicio e igualdad de oportunidades.

Queremos ser pioneros de una nueva concepción basada en el liderazgo, conocimiento, capacidad gerencial y creatividad para la verdadera transformación de nuestra sociedad.

La plataforma del Frente Liberal de Venezuela no se agota en la reunión de unos cuántos, es un instrumento al servicio de todos. No es un punto de llegada, sino un punto de partida. No es un fin, sino un comienzo. Es un compromiso y una invitación abierta a participar.

¡Un paso al frente!...Otra Venezuela es posible.

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La actitud mental es lo único en tu vida sobre lo cual puedes mantener control absoluto. Si tienes una actitud positiva hallarás la verdadera riqueza de la vida.

Rayados



Hugo J. Faría

Aunque el concepto de libertad es uno se suelen distinguir tres dimensiones de la libertad; la económica, política y civil. La económica es protección a la propiedad privada bien adquirida, es decir, sin uso de coerción, fraude o robo. La política viene dada por la capacidad de elección de los gobernantes en forma transparente y la civil por la libertad de expresión y de culto religioso. La persona convencida de las bondades de vivir en un mundo libre las quiere todas. Es como el padre que tiene tres hijas, las quiere y defiende a todas por igual.

A pesar de esta realidad los líderes de la oposición, de toldas políticas, medios de comunicación, sociedades civiles e intelectuales defienden las libertades políticas y civiles pero no las económicas. Por ejemplo la inflación y devaluación, las cuales confiscan riqueza de los pobres que es transferida hacia los ricos. ¿Acaso los medios de comunicación, los políticos, representantes de asociaciones civiles e intelectuales enfatizan la necesidad de eliminarla? Todas estas personas han visitado Panamá, ¿por qué no luchan por la implantación en Venezuela de su sistema de libertad monetaria el cual protege el fruto del esfuerzo ciudadano mejor que cualquier otro sistema?

Diría que en buena parte porque no son genuinos defensores de la libertad, defienden la propiedad privada de los dueños de algunas empresas o los intereses de un gobierno perverso, los cuales son beneficiarios de la inflación y devaluación, pero no la propiedad privada del ciudadano común.

Los electores los perciben como no creíbles porque su agenda no contiene planteamientos que convenzan al ciudadano de a pié que con la salida del presidente Chávez su condición material va a mejorar y ante esta incapacidad sólo les queda criticar al Presidente, desear su fracaso y defender las libertades políticas y civiles. En consecuencia están rayados.

En forma abrumadora la principal estrategia de la oposición es la de formular críticas negativas al gobierno. Incluso plumas liberales como Mary O´ Grady o Álvaro Vargas Llosa al juzgar por lo que escriben, el que no vive en Venezuela creería que la oposición es perfecta porque nunca es criticada constructivamente, mientras el gobierno es el único malo de la partida. Este sesgo no ayuda a ganar la buena voluntad de los electores. Se trata de una estrategia equivocada. Tanto Mary como Álvaro deberían contribuir a convencer a la oposición de un cambio de estrategia que esté más centrada en el bienestar del ciudadano y menos en el Presidente, quien además es popular.

Se habla de un posible estallido social. No lo veo muy probable porque, ¿acaso el ciudadano va a arriesgar su vida por unas propuestas que no contienen el fermento necesario para mejorar su condición material? ¿La causa por la que se lucha es suficientemente noble para perder la vida? Resulta que estos ciudadanos con libertades políticas y civiles no salieron de la pobreza.

Se habla de la necesidad de ir a un consenso, un pacto social. Para ello es necesario ponernos de acuerdo sobre el modelo económico que sea capaz de mejorar el nivel de vida de los venezolanos. El problema está en que tanto gobierno como oposición lo que profesan es socialismo, apoyados por un empresariado mercantilista. En consecuencia, ¿qué alternativa válida le pueden ofrecer a los electores que mejore su condición material?

Para llegar a un consenso necesitamos empresarios que apoyen una campaña mediática donde se venda la idea de libertad monetaria, cero aranceles, renta petrolera para los ciudadanos (mejor que misiones), acciones de Pdvsa en manos ciudadanas (no y que ahora el petróleo es de todos), donde se muestre cómo la pobreza se ha reducido en el mundo gracias a la implantación progresiva de prácticas capitalistas. ¿Dónde están esos empresarios?

Noto que muchos se están yendo a otros países como Colombia, Panamá y Estados Unidos y aunque dadas las circunstancias la huída es natural, también dicha huída es el testimonio de una batalla que no fuimos capaces de dar, de una ausencia de liderazgo, porque estamos acostumbrados a obtener beneficios en forma perversa, destruyendo competencia y no generando bienestar.

Como no hemos dado la batalla por la defensa de las libertades económicas nos hemos dado un país donde las libertades civiles y políticas son precarias. Donde la vida no es respetada, donde amigos como Germán García están desaparecidos, en fin un país donde no hay mucho futuro y la oposición sigue insistiendo obstinadamente en una estrategia fracasada que en el fondo preserva los privilegios adquiridos legalmente de políticos y empresarios, pero los ciudadanos le ven las costuras.

Los gesta que realizaron nuestros próceres puede calificarse como propiciadora de la independencia de España pero no de la libertad ciudadana. La historia se repite porque los líderes de la oposición buscan la independencia del presidente Chávez pero no la libertad, particularmente la económica, de los venezolanos.

hjf1750@gmail.com

Adoctrinados


Instituto Libertad y Prosperidad‏

Hugo J. Faría

En el pasado sembramos socialismo y obviamente ahora recogemos más

Los voceros de la educación privada, prefiero no mencionarlos porque algunos dicen que tengo algo personal en su contra, se quejan de la Ley de Educación aprobada por la Asamblea Nacional por restringir las libertades educativas en materia religiosa y financiera entre otras. Las preguntas que formulo son, ¿cuál es la contraoferta de estos voceros? Comprendo la limitación de las libertades, pero ¿acaso el sistema educativo que teníamos era justo, eficiente y protector de las libertades educativas de los padres? ¿Cumplía el Estado con la función de subsidiariedad de la familia, en materia educativa?

Escuelas Creo que la respuesta a las preguntas anteriores es NO. En primer lugar, en Venezuela no hemos tenido igualdad de oportunidades en materia educativa, algo tan fundamental en una sociedad que emana de la conciencia social. Si soy un padre con bajos ingresos me veo seriamente limitado para inscribir a mi hijo en un colegio privado. A lo mejor vivo en un barrio donde hay un colegio de Fe y Alegría, los cuales son administrados eficientemente e imparten instrucción de calidad. Sin embargo, si no deseo que a mi hijo lo obliguen a leer literatura procedente del Centro Gumilla, con ribetes de teología de la liberación, mi única opción es ponerlos en un colegio público con una calidad de instrucción inferior.

Los programas por los que se instruyen nuestros hijos son redactados por el Ministerio de Educación. Los libros por los que estudian nuestros hijos son aprobados por el Ministerio de Educación. La vestimenta que llevan nuestros hijos es impuesta por el Ministerio de Educación. Los maestros que instruyen a nuestros hijos deben egresar de escuelas de educación o del pedagógico y dichos maestros se gradúan con una fuerte visión de burócratas. Los colegios privados que no cumplen con este requisito son objeto de continuas presiones por parte del Ministerio de Educación, como si solo los egresados del pedagógico supieran enseñar. Desde hace tiempo, mucho antes de 1998, la educación en Venezuela es fuertemente socialista.

En mi opinión, la educación es un problema fundamentalmente de la familia y la labor de un Estado propiciador del bienestar ciudadano, es la de favorecer a la familia ampliándole sus opciones. En esta óptica el Estado financia a la demanda entregando cestatickets educativos, vouchers, a los padres de bajos ingresos para que el tema ingreso no sea un obstáculo para enviar al hijo a un colegio privado, propiciando igualdad de oportunidades en materia educativa. Se le da a los maestros en propiedad los colegios públicos, esta idea se la escuché por primera vez a Alejandro Sucre, de modo que el proveedor del servicio sea privado y deba competir en programas y calidad de la enseñanza para atraer alumnos.

Universidades La educación superior es igualmente injusta y sesgada. Las universidades del Estado son gratuitas pero por lo general el que entra a la universidad tiene capacidad de hacer algún tipo de pago. Esta condición la conocemos como Robin Hood al revés, les quitamos a los pobres para darles a los más pudientes.

No menciono mi alma mater porque hay quienes opinan que tengo algo personal contra ella. Con todo respeto, como siempre, menciono a la Escuela de Economía de la Universidad Metropolitana. He tenido la oportunidad de analizar los programas de economía y observo que tienen dos macroeconomías de tendencias keynesianas, no hay ningún curso de economía austriaca, ni tampoco una macro basada en la visión de la escuela de economía de Chicago. Los estudiantes no son formados en un contexto ecléctico que les permita escoger. La visión keynesiana enseñada es de planificación central la cual viabiliza prácticas mercantilistas.

Medios En general los medios de comunicación también suelen adoctrinar. Por ejemplo, en una entrevista hace algún tiempo Leopoldo Castillo me preguntó ¿cuándo el gobierno va a devaluar? Es decir me pregunta, ¿cuándo el gobierno le va a confiscar a los venezolanos el fruto de su trabajo? En el programa radial de Pedro Penzini, muchos reportes de Víctor Salmerón, inter alia, tienen igualmente un sesgo promotor de la devaluación.

El problema no es el tipo de cambio fijo. Si ese fuera el problema entonces cómo sobrevive en la Unión Monetaria Europea, en Panamá, Hong Kong, Ecuador y prácticamente en China. El problema está en la alta inflación que hace inviable el tipo de cambio fijo.

Cuando en la prensa escrita se analiza el problema de la integración comercial noto que el análisis se formula desde el punto de vista de los intereses de la empresa y se trata de subsanar la falla identificando al país con la empresa. Tremendo sesgo. El principal beneficiario de la integración comercial es el ciudadano, porque se le abarata la vida. Si hubiese buena intención, implementaríamos una reducción gradual y unilateral de aranceles y licencias de importación para precisamente abaratarle la vida a nuestros ciudadanos, acompañada de una reducción del costo de hacer negocios.

Óptica ciudadana Sugiero que en lugar de insistir en la devaluación, la cual beneficia a empresas del sector industrial, deberían enfatizar la necesidad de acabar con la inflación, la cual obviamente tampoco beneficia al ciudadano de a pie. Similarmente, al analizar los problemas relativos a la integración debemos traer a colación el bienestar del venezolano común. Es decir, el enfoque en los medios debería hacerse más desde la óptica de los intereses de los ciudadanos y menos desde la óptica empresarial, aunque comprendo que es cuesta arriba porque los anunciantes son las empresas y no el ciudadano común, lo que explicaría el sesgo empresarial.

No obstante, si los medios fuesen mejores defensores de los intereses económicos de los ciudadanos, y menos de los empresariales no alineados con el bien común, habría menos indiferencia por parte de la población cuando son cerrados. Hace falta un periodismo valiente de denuncia de prácticas económicas perversas encarecedoras de la vida. Comprendo que esto no ocurre con más frecuencia porque las elites empresariales venezolanas acumulan riqueza no fundamentados en la competencia sino en su destrucción. Es decir, no con base en capitalismo sino acudiendo al mercantilismo.

En síntesis, nos adoctrinan en la escuela, en la universidad y a través de los medios. El problema de la educación que estamos viviendo es emblemático de los males que aquejan al país. No hay contenido, no hay contraoferta, la cual pareciera que en todo caso es el estatus.

En el pasado sembramos socialismo y obviamente ahora recogemos más. El camino de la rectificación comienza por reconocer nuestros errores. Corremos el inminente peligro de perder aun más nuestras libertades por la carencia de liderazgo, por la ausencia de visión capaz de enamorar a los venezolanos del capitalismo democrático fundamentado en el Estado de Derecho. Un consejo: concentren sus energías más en el bienestar ciudadano y menos en el Presidente, para adquirir credibilidad y legitimidad ante los venezolanos.

hjf1750@gmail.com

La Venezuela del Gobierno Liberal



Oliver Laufer

Imagine que en unas décadas Venezuela tuviera un Gobierno liberal, y una mayoría liberal en el Congreso. El proceso habría sido contundente y categórico al principio, pero los niveles de ajuste social habrían sido rápidos.

En primer lugar, debido a la limitación del gobierno a cumplir sus funciones básicas y a la eliminación de aranceles al comercio dentro de nuestro país y con las demás naciones, empezarían a surgir nuevas empresas y nuevos negocios. Desde el que tiene poco capital hasta el gran inversor tendrían un sinfín de actividades económicas en las que participar.

No sólo crearíamos nuevas empresas, sino que las grandes corporaciones y multinacionales extranjeras querrían invertir y producir en nuestro país. Por consiguiente mejoraría la infraestructura aduanera, la producción e importación de materias primas y crecería desenfrenadamente la oferta de empleo.

Al haber más trabajo y caer el desempleo, la renta per capita aumentaría y habría más riqueza en nuestras manos. Nuestro nivel de vida aumentaría inmediatamente y la pobreza empezaría a desaparecer.

Venezuela contaría con las mejores infraestructuras del continente. Al destinar el gobierno mucho más dinero a las obras públicas, tendríamos las mejores autopistas, puentes, túneles y carreteras. El problema del tráfico desaparecería.

Caracas optaría por el sistema de autopistas subterráneas, como el de ciudades como Boston, y por la creación de nuevas zonas verdes y peatonales. Nuestra capital sería comparada con Londres y Madrid. El modernísimo centro de Caracas sería sede de importantes empresas y gracias a la Policía, uno de los lugares más seguros de la ciudad.

Las zonas costeras se modernizarían y se enfocarían hacia los capitales inversores y el turismo. El Estado Vargas sería un pequeño Panamá, minado de rascacielos con vistas al mar, y con actividades de ocio y turismo para los visitantes.

Las pequeñas ciudades se modernizarían y surgirían como nuevas opciones para los capitales nacionales y extranjeros. Se descentralizaría el poder predominante de Caracas y Maracaibo hacia los nuevos núcleos urbanos emergentes: San Cristóbal, San Juan de los Morros, Maracay, Mérida, Puerto Cabello.

La inversión en seguridad traería consecuencias. Habría contacto constante y transparencia entre los cuerpos policiales municipales y las Policías Nacionales y Judiciales. Los policías venezolanos tendrían los sueldos más altos del continente y los mejores equipos para realizar su trabajo. La delincuencia descendería, los crimines desaparecerían lentamente y los índices de homicidios bajarían rápidamente.

Mejoraría la justicia pública, y los criminales pagarían sus condenas íntegramente. La justicia sería sinónimo de nitidez pública e imparcialidad.

Contaríamos con un Servicio de Inteligencia de vanguardia. Nuestra inteligencia prestaría servicios en el interior del país y en los intereses de Venezuela en el extranjero. Nuestras Fuerzas Armadas estarían dotadas de los mejores equipos y contarían con el más profesional de los entrenamientos para proteger y defender la soberanía nacional.

Al ser el liberalismo una ideología de paz, fomentaríamos la diplomacia con los demás países del globo y tendríamos buenas relaciones con todos independientemente de su ideología. Seríamos un país ejemplar, y por ello, contaríamos con una mayor participación en los grandes acuerdos internacionales.

Aumentaría la población, pero sabríamos enfrentar los problemas demográficos. No importaría el número de jubilados o el de personas en edad laboral porque habríamos optado por sistemas de Seguridad Social privados, justos y efectivos. Superaríamos a la Seguridad Social de Chile en ingresos personales, y la eliminación del Impuesto sobre la Renta haría que aumentara la riqueza personal. Al no haber transferencia de capitales, nuestro dinero de jubilación ganaría intereses con los años.

El presidente, obviamente, tendría que comparecer ante el Congreso -o Asamblea Nacional- para dar parte a los diputados sobre los asuntos nacionales. En nuestra cámara, los miembros del Partido Liberal estarían sentados en el centro y la derecha, los partidos de izquierda socialdemócrata como UNT, el MAS o AD, llenarían el centro izquierda de la cámara, y los diputados del PSUV se sentarían en la extrema izquierda. Reinaría el respeto y el Estado de Derecho.

El gobierno contaría con los ministerios necesarios para cumplir las funciones básicas: seguridad interior y defensa, orden, diplomacia, infraestructura y obras públicas, economía libre y justicia.

Habría libertad de prensa, opinión, acción y movimiento. Desaparecería la corrupción pública porque sería penada con prisión, y la especialización eliminaría la burocracia.

Aunque todo esto parece una historia de ficción, una quimera, esta hipotética Venezuela está basada en principios que han demostrado su efectividad práctica históricamente. No es una hipótesis, sino la consecuencia directa de la aplicación de los principios liberales en la política nacional.

Es una Venezuela posible.

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Japón, la ruina de un modelo intervencionista



Osmel Brito-Bigott

El keynesianismo, el recurso al endeudamiento del Estado para estimular la demanda interna, sólo lleva a la ruina absoluta: desde 1993 Japón no ha cerrado ni un solo ejercicio con equilibrio presupuestario y ahora lamenta las consecuencias.

Si el PRI, la dictadura perfecta, terminó cayendo en México tras 70 años en el poder, el Partido Liberal Demócrata (PLD) de Japón no podía ser menos. Después de casi 55 años de gobierno ininterrumpido –valiéndose de una red clientelar que se extendía por casi toda la sociedad, desde la agricultura a la construcción, pasando por los bancos– su propia incapacidad para resolver el estancamiento en el que vive la economía nipona desde principios de los 90 y los continuos escándalos de corrupción han terminado por desalojarlo del poder.

El recambio va a ser el Partido Demócratico Japonés (PDJ), una amalgama de grupos opositores fundado en 1998 más como una coalición anti-PLD que como representantes de una corriente ideológica unitaria. Entre sus filas se integran desde la derecha liberal a miembros del antiguo Partido Socialista, pasando como no podía ser de otro modo por los centristas (el Nuevo Partido Sakigake), liderados por el futuro primer ministro Yukio Hatoyama.

Resulta complicado, por consiguiente, prever cuál va a ser la dirección que emprenderá Japón en los próximos años; el PDJ, por ejemplo, se declara equidistante entre el libre mercado y el Estado de bienestar y en 2003 encabezaron las manifestaciones contra la guerra de Irak, prometiendo un distanciamiento de Washington que ahora quieren implementar con matices.

Lo que sí parece que tienen claro es la necesidad de romper el famoso "triángulo de hierro japonés" sobre el que sedimentó el PLD su control de la sociedad. Básicamente, el Gobierno y la burocracia controlaban los bancos y a través de ellos a las grandes empresas y al conjunto de los japoneses: la burocracia asignaba proyectos de obra pública a las corporaciones (fundamentalmente de la construcción) gracias a la financiación que obtenía de los bancos, de modo que la vida de millones de trabajadores, proveedores, ahorradores y políticos locales pasaron a depender del favor de los altos funcionarios del Ministerio de Economía. Si el Gobierno dejaba de meter nuevo dinero en muchas empresas, éstas se veían abocadas a la quiebra, arrastrando al paro a numerosos empleados y a la bancarrota a muchos bancos, depositarios de los ahorros de los japoneses.

Hatoyama ha prometido arrebatar el poder a la burocracia y al ministro de Economía, al hacer transparentes y revisables por el Parlamento las decisiones del Programa de Inversión y Préstamos Públicos (hasta ahora gestionados en exclusiva por el ministro de Finanzas y sus funcionarios). Una misión nada fácil y que ya intentó Junichiro Koizumi, primer ministro del PLD entre 2001 y 2006, al privatizar el servicio postal de correos (propietario de la mayor caja de ahorros del mundo, de donde obtenía financiación el Gobierno para sus programas de obra pública), pero que no pudo completar por la renuencia reformista de sus tres sucesores. Una defensa del statu quo que ha terminado por costarle las elecciones al PLD y por consolidar el estancamiento de la economía.

Al fin y al cabo, el triángulo de hierro colapsó formalmente a principios de los 90 con el estallido de la burbuja financiera e inmobiliaria de Japón, pero el PLD se negó a liquidar las milmillonarias malas inversiones, privatizando los bancos y dejando quebrar a las grandes constructoras. En lugar de favorecer el necesario reajuste de la economía, optaron por tirar de gasto público para mantener artificialmente con vida una estructura productiva decadente y nada emprendedora: los préstamos impagados se sustituían por nuevas inyecciones de capital público por parte del Gobierno para seguir financiando ruinosos proyectos de las grandes constructoras. El Ejecutivo se ha comido literalmente el elevado ahorro de los nipones, contrarios a seguir consumiendo y endeudándose cuando el Estado ya acumula una deuda pública sobre el PIB del 200% (y creciendo, en 2009 se espera que el déficit público cierre en el 10%). No en vano, desde 2001, numerosos analistas, incluyendo a sus ministros de Economía, han venido sostenido que el país está al borde de la quiebra.

El mundo, pero especialmente España, debería aprender algunas lecciones de las dos décadas perdidas de Japón. Primero, salvando las distancias culturales, la estructura caciquil de Japón presenta parecidos preocupantes con la española, donde los políticos controlan las cajas de ahorro y gracias a ellas a numerosas empresas en dificultades. La economía que puede engendrar un sistema semejante sólo puede terminar respondiendo a los intereses de los políticos y nunca al de los consumidores: una especie de socialismo de mercado con el que ya teorizaron los soviéticos.

La segunda es que la estrategia que está siguiendo el Ejecutivo de Zapatero sólo puede abocarnos a la ruina absoluta: los programas de obra pública, como el Plan E, que Japón multiplicó en los últimos 20 años sólo evitan el necesario y sano reajuste de la economía e hipotecan el futuro de sus ciudadanos. Tampoco sirven de nada los recortes fiscales financiados con déficit público, como también han comprobado los japoneses en repetida ocasiones y como comprobamos en España con los famosos 400 euros. El keynesianismo, el recurso al endeudamiento del Estado para estimular la demanda interna, cuando es aplicado de manera consistente sólo lleva a la ruina absoluta: desde 1993 Japón no ha cerrado ni un solo ejercicio con equilibrio presupuestario y ahora lamenta las consecuencias.

Tercero, evitar a toda costa y por cualquier medio que las empresas, incluyendo a los bancos, quiebren no conseguirá reanimar la economía, sino que la postrará en la depresión. Antes de inyectar dinero público en alguna empresa, debe estudiarse si atraviesa un problema puntual de liquidez o si su insolvencia es tan mayúscula que será incapaz de sobrevivir sin sucesivos apoyos del Estado.

Y la cuarta, más de cariz político, es que una crisis económica no es ninguna garantía para que la oposición gane las elecciones. Más bien al contrario, genera las condiciones propicias para crear todo tipo de redes clientelares y comprar votos. Japón lleva dos décadas en crisis y sólo ahora el PLD ha sido desalojado.

Zapatero y Rajoy, cada uno por su lado, deberían echar una mirada al escenario nipón.

osmel.brito@iesa.edu.ve

No es lo mismo: RELIGIÓN Y ASUNTOS PÚBLICOS




Alberto Mansueti

No, no es lo mismo; pero la visión de los asuntos públicos depende críticamente de la religión, aunque hoy esta opinión es rechazada. Sin embargo, de su rescate depende la recuperación de la libertad.

Hoy se rechaza la libertad individual, y el Gobierno limitado de la cual procede. Sus partidarios somos muy poquitos. ¿Y de quiénes esperamos una rehabilitación y defensa efectiva? ¿de los políticos? ¿de los empresarios? ¿acaso de los académicos? ¿o de los líderes religiosos, hoy sus más feroces atacantes?

Hagamos por favor un breve examen de las citadas categorías. Por supuesto, en todas hay excepciones, pero el panorama general es este:

#) Los políticos. Son los ejecutores principales del estatismo, desde hace unos 400 años, por no ir más atrás. Lo imponen, lo dirigen, lo gerencian y administran, y amorosamente lo cuidan cada vez que enferma, hasta que sana. Y por supuesto, mucho lo aprovechan.

#) Los empresarios, sobre todo grandes y medianos, son los beneficiarios del mercantilismo. Como Adam Smith sabiamente advirtió, son los últimos que quieren libre competencia. Rápido aprenden a limar sus diferencias de intereses, y a convivir con los políticos socialistas, democráticos o no.

#) ¿Los académicos? ¡Son los inventores del estatismo! Y lo legitiman “científicamente”, todos los días, para los adeptos a la religión científica. Porque con la Modernidad, y más aún con el Iluminismo, la Ciencia no reemplazó a la religión -como erróneamente se cree- sino que se hizo una religión, otra más, para las masas, sobre todo las de clase media, que se tragan sin crítica todo lo que digan los universitarios, sacerdotes de la nueva religión; que como toda religión falsa es politeísta, y sus dioses coexisten, la Ciencia y el Estado.

En cada departamento universitario para el estudio de la sociedad, predomina una corriente justificadora del Gobierno ilimitado, o varias: relativismo, empiricismo o racionalismo, utilitarismo, cientismo e ingeniería social, positivismos de todo pelaje, y ahora Posmodernismo.

#) Los líderes religiosos legitiman al estatismo para los adeptos de sus respectivas iglesias. Y hay estatismos para todos los gustos: mercantilismo para conservadores y neoconservadores, socialismo democrático y socialismo revolucionario para cristianos de izquierda.

Pero esto no siempre fue así. Esto es así desde que la religión judeocristiana fue erradicada de los asuntos públicos, hace unos 150 años. Desde entonces en la plaza pública falta el concepto específicamente cristiano de la política; y en las iglesias también, pues las ideas políticas adoptadas y manejadas son las mundanas, o humanistas seculares.

Hasta 1850 más o menos, el Cristianismo -en Occidente al menos- fue el más firme y eficaz baluarte contra el poder estatal usurpador y abusivo. La Declaración de Independencia de EEUU (1776) dice: “Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables …” significa que no pueden “alienarse”: enajenarse, cederse o abandonarse al Gobierno. ¿Por qué? Porque son dones de Dios; y como individuos creados, ante Dios somos por ellos responsables.

¿Qué mejor y más eficaz línea de defensa hay contra el estatismo? ¿Acaso el relativismo, el empiricismo o el racionalismo, el utilitarismo, o cualquier otro ismo devenido del Humanismo Secular (incluso el iusnaturalismo, el más respetable) son baluartes más firmes? Para nada; y el Profesor Hayek -muy bueno en Historia- sabía muy bien que la tradición judeocristiana es la base y fundamento más duro para todas las libertades, económicas y no económicas. Por eso en 1947 propuso llamar “Acton-Tocqueville” a la que después no aceptaron designar con los nombres de los dos pensadores cristianos, y por eso se llamó Sociedad Mont Pelerin.

Desde entonces se prohibe hablar de religión en los círculos políticos; y eso incluye a los grupos liberales y libertarios. Muchos de sus miembros y participantes creen a pie juntillas que la religión ha sido un obstáculo al progreso; pero la historia de Occidente muestra que la libertad ha progresado al paso que el cristianismo ponía freno a los despotismos, y que el estatismo ha avanzado al paso que la religión ha decaído o se ha pervertido. Afirman que aceptar a Dios no es compatible con la razón, sin ver que la creencia en un Universo que se dio existencia a sí mismo es racionalmente objetable, y requiere una enorme dosis de fe.

La defensa del credo liberal es imposible sin aludir a una base moral y ética. Y hablar de moral y ética es imposible sin referencia a la religión. La separación del Estado de las iglesias es muy saludable para ambas instituciones; pero no significa quitar la religión de los asuntos públicos, y relegarla a un asunto “meramente privado”, del que no cabe hablar en el Congreso ni en los partidos, sus reuniones y documentos.

La Primera Enmienda de EEUU dice: “el Congreso no aprobará ninguna ley que promueva el establecimiento de religión alguna, o que prohíba el libre ejercicio de la misma”. Esta norma garantiza la libertad de cultos. Y lo que prohibe es una iglesia oficial, sostenida por el Gobierno, con los impuestos de todos los contribuyentes. Dice que el Estado no debe ser religioso; lo que no implica que debe ser ateo, o que puede controlar las expresiones religiosas, privadas o públicas, de la gente. No manda una educación bajo control del Estado y adscrita a la religión evolucionista. Tampoco prohíbe invocar a Dios, o mencionarlo, o citar la Biblia en la plaza pública. Ni veda a los cristianos proponer el modelo bíblico de Gobierno: Limitado.

Expulsar la religión de la mesa de discusión de asuntos públicos fue un éxito para los enemigos de la libertad. Para sus amigos, es de lamentar. Y para los creyentes, es vergonzoso que haya sido con el acuerdo de muchos dirigentes eclesiásticos: a cambio de algunas prebendas y/o una frágil garantía para el culto privado, dieron su silencio, su conformidad o su complicidad a la estatolatría, adoración al ídolo pagano más viejo de la humanidad, y exigente cobrador de los sacrificios humanos más crueles: el Estado.

alberman02@hotmail.com

No es lo mismo: ACADEMIA Y POLÍTICA




Alberto Mansueti

¿Cómo se imponen unas ideas políticas sobre otras? ¿De qué depende que triunfen ciertas doctrinas y se lleven a la práctica, y otras sean marginadas y derrotadas? Hay sólo tres medios para decidir cuál pensamiento político se va a adoptar y cuál a desechar: los argumentos; el proceso político; y las armas.

#) El de los argumentos es el terreno de los hechos, las hipótesis, las demostraciones y la lógica. De las premisas, conclusiones intermedias y finales, y recomendaciones de política. La pregunta es ¿quién tiene razón?

#) El proceso político ya no es tan racional. No es tan decisivo tener razón, ni cuáles son los hechos más relevantes, las teorías más sólidas, o los argumentos de más peso. En la era pre-democrática es quién gana el favor del Rey, sus Ministros y cortesanos. Los argumentos no faltan, pero los intereses cuentan, y a veces mandan. ¿Y en la democracia? Igual. O peor: el “soberano” ya no es el Rey, una persona, sino el pueblo, que son millones de adultos inmaduros. Gana su favor quien sea capaz de presentar su caso de modo más atractivo, considerando intereses, prejuicios, temores y otros sentimientos. La pregunta es ¿quién tiene más votos?

#) El de las armas es el más irracional. La política está presente, pero sólo acompañando a la pólvora y las balas. ¿Quién tiene más poder de fuego y provisiones, y mejor despliegue y estrategia?

Primero hablan los argumentos; después, los votos; y por fin, los cañones. Y este orden no es arbitrario: es el orden en que sucesivamente fracasan las ideas y doctrinas políticas que se aplican. Sí; así es: cuando un pensamiento político fracasa en el terreno de los argumentos, recurre al proceso político; hoy en día, a la democracia. Y cuando pierde las votaciones, saca las municiones. Por eso casi siempre las peores recetas políticas -las más irracionales e injustas- son las que se llevan a la práctica.

Desde su invención en el s. XIII, la vida intelectual discurrió en la Universidades. Pero hasta los años 1700 las aulas universitarias fueron relativamente autónomas. Vivían de lo que producían, y aprovechaban muy bien el equilibrio de poderes entre Papas y Emperadores, Reyes y órdenes religiosas, caballeros y gremios, señores feudales y ciudades libres. Pero desde el s. XVIII, con el despotismo y el nacionalismo, se hicieron dependientes del Estado, y cayeron bajo su control. El despotismo siempre es “ilustrado”: quiere tener razón a toda costa, sobre todo cuando no la tiene. Y el despotismo de las masas no es diferente.

Sometida al proceso político, la vida universitaria se politizó. Y se mediatizó, se burocratizó y se arruinó, lo cual fue muy lamentado por los verdaderos intelectuales y científicos, como Adam Smith y David Hume. Hubo un divorcio entre la vida intelectual y la vida académica, hasta hoy en día.

En la vida intelectual, lo decisivo es conocer hechos relevantes, exponer teorías sólidas y argumentos de peso. En la vida académica -salvo excepciones- lo decisivo es acumular diplomas y acreditaciones, no importa su mérito, y publicaciones, sin considerar su valor, y ganarse el favor de las autoridades a cualquier precio, incluso el sacrificio de la verdad. Y apoyar al Estado en todas sus pretensiones.

Uno de los más consistentes defensores del libre mercado, Friedrich A. Hayek (1899-1992), Premio Nobel de Economía 1974, lo sabía: todos los totalitarismos del s. XX nacieron en las Universidades controladas por el Estado. Desde 1931 Hayek enseñó en la London School of Economics, donde con mucha penuria se opuso a las entonces dominantes tesis de Lord Keynes y su escuela. En 1950 se mudó a la Universidad de Chicago, y no recibió el reconocimiento que merecía. Por ello regresó a Europa en 1962, a la Universidad de Friburgo, en Alemania.

Entre 1944 y 1951 escribió Hayek una serie de ensayos, publicados como libro en 1952: “La contrarrevolución de la ciencia, estudios sobre el abuso de la razón”. Allí se explaya sobre la naturaleza de las ciencias sociales y su objeto propio: las consecuencias no intencionadas de acciones humanas intencionadas. Hayek distingue entre ciencias sociales y naturales, y hace la aguda crítica del cientismo -que después calificaría como “racionalismo constructivista”- no igual al racionalismo crítico de su amigo Karl Popper. Denuncia como abuso de la razón a la “mentalidad ingenieril”: buscar soluciones a los problemas de la sociedad como si se fuese a hacer una fábrica, una carretera o una usina eléctrica, desafortunada tradición que remonta a Saint-Simon, Auguste Comte y la Escuela Politécnica de París -incubadora del socialismo- y que se mantiene hasta hoy.

Por esas razones, en 1947 Hayek y un grupo de liberales clásicos fundaron la Sociedad Mont Pelerin, sustentando unos postulados y buscando unos objetivos claramente políticos, no científicos ni académicos. En la Declaración de Principios expresaban su preocupación por los amenazados valores de la civilización. Veían que la posición de los individuos, empresas y grupos voluntarios era continuamente minada por el poder arbitrario, y que las libertades de pensamiento y de expresión estaban amenazadas por credos que exigían tolerancia siendo minoritarios, pero sólo esperando ganar el poder suficiente como para suprimir todos los puntos de vista excepto el suyo. Y denunciaban en 1947 el relativismo, una visión de la sociedad y de la historia que niega todo patrón de moral absoluta, y que mucho contribuyó a la falta de confianza en la propiedad privada y en el libre mercado, sin los cuales es difícil concebir una sociedad en la cual la libertad pueda ser efectivamente preservada.

¿Figuraba entre sus objetivos recuperar las cátedras y posiciones universitarias perdidas por los adeptos al liberalismo clásico? No. Y no podemos nosotros ser injustos, y reclamarles que no lo lograron. Lo que sí podemos reclamarles es el fracaso en sus objetivos políticos, debido a que creyeron que para lograrlos, era suficiente con tener razón.

alberman02@hotmail.com

No es lo mismo: IGNORANCIA Y ESTUPIDEZ


Alberto Mansueti


Ignorancia es la falta de conocimiento o el defecto en el conocimiento de algún asunto; por eso ignorantes somos todos -y en gran medida- respecto al inmenso universo de temas y materias, salvo las poquitas que conocemos. Pero ignorancia no es lo mismo que estupidez. Estúpidos no somos todos; aunque todos nos comportamos a veces como tales.

Carlo M. Cipolla (1922-2000) fue un matemático ítaloestadounidense, especializado en historia de la economía, autor de una brillante Teoría de la Estupidez Humana (en su libro “Allegro ma non troppo”, de 1988).

Parte de un simple hecho: los estúpidos son irracionales, y no tienen estructura, coordinación, estatutos, voceros ni manifiesto; pero sin embargo resultan casi siempre las personas más influyentes y determinantes. Y se pregunta ¿Cómo puede ser esto? ¿Sólo por ser tan numerosos? ¿O hay alguna falla en el conjunto de personas no estúpidas?

Los no estúpidos muchas veces nos comportamos como estúpidos: irracionalmente; he ahí el problema. Vea Ud. las “cinco leyes fundamentales de la estupidez”:

1) Los no estúpidos subestimamos el número de estúpidos en circulación. Un punto importante es que el coeficiente de estúpidos (σ = sigma) es una constante. ¿Qué porcentaje? No podemos decir que 30 o 40 o XX por ciento, pues nos equivocaríamos, debido a la primera ley.

2) La estupidez es una variable por completo independiente: no es cosa de raza, sexo, edad, nivel socioeconómico, religión, ideología o lugar de procedencia; ni siquiera de educación. Hay estúpidos de todas las etnias y colores, sexo (¿género?), edades, niveles de ingreso y clases sociales, religiones, ideologías, ciudades, regiones y países, y grados de educación

Aquí va otro punto importante, y pare hacerse entender mejor, el Dr. Cipolla emplea el lenguaje de la teoría de conjuntos. Dice así: los ignorantes no son necesariamente estúpidos; pero muchos estúpidos son no ignorantes, resultan ser hasta profesores universitarios con muchas obras publicadas, posgrados, premios y reconocimientos.

3) ¿Qué es ser estúpido? Una persona es estúpida si su conducta irracional causa daño a otra u otras sin obtener ella ganancia alguna, o peor aún, provocándose daño. Hay cuatro grupos de gentes: los inteligentes, que se benefician a sí mismos y a los demás; los malvados, quienes se benefician ellos pero perjudican a los demás; los estúpidos (se perjudican a ellos y a los demás); y los infortunados: benefician a los demás, pero se perjudican a sí mismos.

La mayoría de los individuos no actúa consistentemente, explica el Dr. Cipolla. Bajo ciertas circunstancias una persona puede actuar como inteligente y en otras como no inteligente. La excepción es la persona estúpida, por su fuerte y marcada tendencia a un comportamiento estúpido en todo tiempo, lugar y circunstancia. Además, el inteligente y el malvado conocen su respectiva condición, en cambio el estúpido no sabe que lo es; tampoco el infortunado (incauto) tiene conciencia de tal. Y a diferencia de la conducta del inteligente y del malvado, la del estúpido no es previsible; de ahí su extrema peligrosidad social.

4) Asociarse con estúpidos es un error costoso. Pero la persona no estúpida también subestima siempre el potencial dañino de la gente estúpida.

5) El estúpido es el tipo más peligroso. Tras investigar concienzudamente muchas civilizaciones y culturas, el Profesor Cipolla confirmó que el coeficiente de estúpidos (σ = sigma) es una constante histórica. Entonces se preguntó: ¿por qué unas sociedades prosperan y otras fracasan? Respuesta: depende de la capacidad de los individuos inteligentes para mantener a raya a los estúpidos.

En las sociedades fracasadas, la “fracción sigma” (porcentaje de estúpidos) no necesariamente crece; pero en el resto de la población sí crece el número de infortunados idealistas y asimismo el de los bandidos o malvados, sobre todo entre quienes detentan el poder. Y los inteligentes son muy pocos, e incapaces de orientar y encausar a los ingenuos, de contener a los estúpidos, y de vencer a los malvados; lo cual conduce a todos a la ruina. Por eso creo yo que el empuje del socialismo radica en la enorme hueste de estúpidos, conducidos por malvados que se apoyan en ignorantes incautos, tras los cuales se disimulan y atraen a los estúpidos. Y en que los inteligentes nos comportamos como estúpidos.

El socialismo avanza porque la oposición al socialismo es incapaz de definirse claramente por el Gobierno limitado, los mercados libres y la propiedad privada; de trazar un proyecto político en esa dirección, de pasar el mensaje y organizarse con eficacia, y de ganarse la voluntad de la gente. Por eso los socialistas ganan elecciones, como en Venezuela Chávez le ganó a Salas (1998) y en Honduras Zelaya le ganó a “Pepe” Lobo (2006). Y una vez los socialistas en el poder, es estúpido esperar que se comporten como no socialistas. Pero en cambio la oposición al socialismo sí es capaz de dar golpes militares, como el 11 de abril de 2002 en Venezuela, y como el 28 de junio en Honduras. Y pretende disfrazarlos y decir que no fueron golpes de Estado. Lo siento; en eso no estoy de acuerdo.

Porque el recurso a la fuerza es moralmente legítimo sólo bajo ciertas condiciones; y una de ellas es que hayamos agotado los medios pacíficos y la vía de la persuasión. Y quienes defendemos el Gobierno limitado no hemos siquiera intentado persuadir a la masa de opinión.

Los libremercadistas hemos sido incapaces de delinear y proponer en términos claros y sencillos un proyecto político atractivo en pro del Gobierno limitado, los mercados libres y la propiedad privada; de pasar el mensaje y organizarnos con eficacia, y de ganarnos la comprensión y la buena voluntad de la gente. Por eso los socialistas ganan elecciones.

“No hemos sabido vender nuestro producto”, se oye decir en los círculos de libertarios y liberales clásicos. ¿Por qué? ¿Por cuáles razones? Y lo que es más importante: ¿Y cuándo vamos a aprender? ¿Qué estamos esperando? Sigamos con la serie, por favor, si le parece.

alberman02@hotmail.com

No es lo mismo: NEO-LIBERALISMO Y LIBERALISMO CLÁSICO


Alberto Mansueti



Liberalismo clásico (Classical Liberalism) es la corriente de pensamiento que propone el Gobierno limitado, y la economía libre o capitalista, su resultado natural. No confundir con “Liberalism” en inglés: es la que defiende exactamente lo opuesto. Tampoco hay que confundir con el “Neo-liberalismo”. Y el Neo-liberalismo es una cosa en el papel y otra en la práctica. Vamos despacio entonces ..

En los años ’80 el economista John Williamson se hizo famoso entre sus colegas con su libro “IMF Conditionality”. Expuso por primera vez el recetario que después sería el “Washington Consensus”. Enunciado como un Decálogo, en diez verbos, era así:

1) imponer disciplina fiscal;
2) reducir las tasas de impuestos y aumentar así la recaudación total;
3) reorientar el gasto público hacia la atención médica básica, la educación primaria y la infraestructura;
4) liberalizar las tasas de intereses;
5) mantener un tipo de cambio “competitivo”;
6) eliminar restricciones no arancelarias al comercio exterior, y reducir poco a poco los aranceles hasta un arancel efectivo promedio de 10 % a 20 %;
7) liberalizar el flujo de inversión extranjera directa;
8) privatizar las empresas estatales;
9) eliminar las barreras al ingreso y salida del mercado, reduciendo trabas legales;
10) fortalecer los derechos de propiedad privada.

¿Es bueno eso? Más o menos. Algunos mandamientos sí, otros no. Y otros son discutibles, en sí mismos o en sus consecuencias e implicaciones:
-- es buena la disciplina fiscal, pero recortando gastos, no aumentando ingresos (1-2);
-- la jerarquización de las funciones estatales es imprescindible, y es función del Estado construir obras públicas, mas no enseñar (3), y en todo caso la ayuda estatal a la educación de los pobres puede ser con cupones;
-- es malo manipular el tipo de interés (4); pero también el tipo de cambio (5);
-- ¿por qué no arancel cero? (6) ¿y por qué desregular los mercados (9) y la inversión extranjera (7), pero no la nacional, o la repatriada?
-- es bueno privatizar los monopolios estatales (8), pero no para hacerlos privados sin dejar de ser monopolios.
-- El monopolio viola el derecho de propiedad (10) de los otros. Monopolio no es una empresa grande, ni una empresa sola en un mercado. Es la que goza de privilegios especiales en impuestos, insumos, materias primas, aduanas, seguros, relaciones laborales o con los bancos, etc., otorgados como especiales y exclusivos favores políticos por Gobiernos y Legislaturas.

Pero, ¿se aplicó el decálogo en la práctica? Más o menos. Desde los ’90 hubo y hay reformas y medidas económicas muy mal concebidas y peor ejecutadas por los Gobiernos, el FMI, el Banco Mundial y Universidades asociadas. Si se observa de cerca lo ocurrido más allá del papel, hubo muy graves fallos; y de liberalismo clásico poco y nada:

#) El Estado no redujo drásticamente sus funciones. No conforme con su rol de diputado o senador, juez, policía y soldado, diplomático y contratista, quiso seguir de maestro y educador, médico, odontólogo y bioanalista, promotor deportivo, científico, artístico y cultural etc., y ductor general de la sociedad. Y en lo económico apenas admitió cambiar en algunos casos su papel de propietario de empresas por el de gerente y director general.

#) En consecuencia los Gobiernos no redujeron competencias, poderes y prerrogativas, ni tamaño ni presupuesto. ¿Y su personal? A veces, muy poquito.

#) Tampoco redujeron el gasto estatal, ni cesó el endeudamiento público. Las privatizaciones fueron fiscalistas, y capitalizaron a los Gobiernos. Los monopolios estatales fueron privatizados sin dejar de ser monopolios, para exigir precios muy por encima del real valor de mercado de los activos, sólo a tiro de grandes complejos empresariales y consorcios internacionales apalancados por grandes Bancos. Y que después recuperaron sus enormes inversiones con elevadas tarifas, para usuarios y consumidores tan pobres como antes, o más.

#) No aceptaron eliminar la inflación como medio de financiarse, sólo reducirla. Por ello se siguió con la emisión de papel sin respaldo real (metálico u otro); con la banca de reservas fraccionarias; y con la manipulación artificial de las tasas de interés a la baja, estimulando el endeudamiento.

#) La inflación fue parcialmente reemplazada por el IVA y otros tributos, y los aranceles fueron sustituidos por los derechos antidumping, pero la presión tributaria no se redujo, al contrario.

#) No derogaron las leyes malas (que describo en mi libro “Las leyes malas”); todo lo contrario: también subió la presión reglamentaria.
-- Los monopolios privatizados fueron encuadrados en los reglamentos pero sin someterse a la justa dictadura de la abierta competencia.
-- Según la nueva ortodoxia económica, los controles de precios fueron reemplazados por las leyes del Consumidor y “pro competencia”.
-- Según la nueva “política correcta” se introdujeron costosos reglamentos laborales, ecoambientalistas y de “género”, de la niñez y adolescencia, indígenas, discapacitados, etc.
-- Y las burocracias se extendieron a toda la economía y a la vida nacional entera, impidiendo a las iniciativas individuales expresar su creatividad y fructificar.

#) El viejo modelo cepalista de sacrificio de la exportación en aras del mercado interno se cambió por el opuesto: sacrificio del mercado interno en pro de la exportación, pero siempre con la planificación central. Sólo cambiaron sus objetivos y modalidades, y los sectores protegidos, pero no el proteccionismo.

#) La integración latino o centroamericana, caribeña, andina o mercosurista, no hizo liberación comercial. Sus listas de excepciones siempre fueron más extensas que los propios acuerdos, y letra chica mata letra grande. La visión de “bloques” políticos no es de Milton Friedman ni de la Escuela de Chicago; es más bien típica de la teoría “dependentista” del subdesarrollo de los ’50 a los ’70: Raul Prebisch, André Gunder Frank, el ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, Enzo Faletto, Celso Furtado, Enrique Iglesias, Osvaldo Sunkel y Pedro Paz.

En resumen: los cambios fueron pocos, mal orientados, muy alejados del libre mercado. No idóneos e insuficientes. Puros fracasos. Pero poco y nada de liberalismo tuvieron, y el nombre que le cabe a eso sería ¡Neo-mercantilismo!

alberman02@hotmail.com

No es lo mismo: IZQUIERDA, DERECHA Y CENTRO


Alberto Mansueti




¡No tenga miedo a las palabras “capitalismo” ni “Derecha”! Si a la economía libre llaman “capitalismo liberal”, pues asumamos su defensa, ¿y qué? Y si los propulsores del socialismo se llaman de Izquierda, entonces los del capitalismo somos de “Derecha”, ¿y qué?

En eso los socialistas no son acomplejados, y una de las razones de su amplio predominio es que nos endilgan a nosotros los calificativos de “capitalistas” y “derechistas” como epítetos infamantes, y no los reivindicamos: por eso nos tiran a la lona en el primer round. Pero otro gallo cantara si asumimos nosotros esos términos. Y los clarificamos y matizamos: así como hay muchas clases de izquierdas, democráticas y revolucionarias, así también hay muchos tipos de derechas, mercantilistas y liberales.

Los socialistas ahora no tienen exactamente las mismas ideas que antes -ni sus oponentes- pero no es cierto que los términos Izquierda y Derecha hayan perdido vigencia, o esos conceptos se hayan desactualizado. Aunque para comprender bien sus significados conviene rastrearlos desde su origen, a fines del s. XVIII, en la revolución industrial inglesa, y en la revolución democrática francesa.

#) “Capitalismo” es el sistema de economía libre y Gobierno limitado (“gendarme nocturno”), que en el pasado hizo ricos a países muy pobres hace 300 o 200 años: Suiza, Holanda, Escocia, Inglaterra. Se basa en la libre y abierta competencia, con igualdad de oportunidades jurídicas. Sin ser perfecto -nada humano lo es- es muy superior a cualquier otro en orden a permitir la creación de riqueza para todos.

#) Estatismo es el sistema contrario, el de siempre en Latinoamérica, excepto en parte entre 1880 y 1930.

El estatismo viene en dos variedades: mercantilismo y socialismo; el primero es malo, y el segundo es peor. Mercantilismo es un sistema de privilegios para oligarquías económicas, que permite crear riqueza sólo para unos pocos, y el resto sigue en la pobreza. Y la pobreza se junta con la ignorancia, y engendran el socialismo, sistema de privilegios para oligarquías políticas, que no crean riqueza para nadie sino que destruyen la poca que hay.

#) El socialismo debe ser analizado y juzgado por sus resultados reales, y no por aquellos supuestos logros ideales que sus partidarios dicen perseguir, de palabra y en el papel, en sus discursos, sermones, clases y charlas.

Hay dos subespecies de socialismo: el reformista, democrático o girondino (menchevique), que se impone mediante la propaganda engañosa; y el revolucionario o jacobino (nazi o comunista: bolchevique), que usa la presión y las armas: stalinista, mussolinista, hitlerista o maoísta.

Mediante el proceso político -el toma y dame del estatismo- las izquierdas blandas y las derechas antiliberales combinan socialismo democrático con mercantilismo, creando y repartiendo privilegios para oligarquías políticas y económicas a la vez. Siempre fracasan.

Y tras los inevitables fracasos de estas combinaciones irrumpe siempre el ala más dura, comunista y radical. Así es p. ej. otra vez en Venezuela, Bolivia, Ecuador o Paraguay, con Presidentes que ahora la clase media repudia, pero que como candidatos contaron con buena parte de sus votos.

#) “Izquierda” se llamó durante las sangrientas revoluciones europeas de 1789, 1820, 1830, 1848, 1871 y 1917-18, a la fuerza ideológica y política que en nombre del socialismo atacó violentamente el Gobierno limitado, el capitalismo y la propiedad, la ética socialmente aceptada (“victoriana”) y las instituciones tradicionales: matrimonio, familia y religión. En estas trágicas masacres asesinaron aldeas completas de gentes, y diezmaron pueblos y villas, y barrios o sectores enteros en muchas ciudades.

#) “Derecha” se llamó desde entonces a la muy heterogénea alianza de factores sociales, económicos, religiosos, militares y políticos que reaccionaron (“reaccionarios”) resistiendo con determinación y vigor a las izquierdas: elites urbanas, clase media de las villas o burgos (“burguesía”), Iglesias, ejército, los monárquicos (constitucionales y absolutistas) y los tradicionalistas y conservadores. Y liberales. Pero también mercantilistas.

Sin embargo, ya en el s. XX -desde las revoluciones mexicana (1911) y rusa (1917)- las derechas se perdieron en nostalgias románticas y defensas de privilegios, y fueron incapaces siquiera de poner contención a las izquierdas.

#) Y emergieron dos facciones ultrasocialistas: las del fascismo y socialismo nacional, y las del comunismo o socialismo internacionalista (“proletario”). Las segundas acusaron falsamente de “derecha” (¡extrema!) a las primeras. Pero no hubo grandes diferencias; sólo lucha por el poder. Sean camisas rojas, negras o pardas, sus “logros” fueron hambre, miseria, opresión, guerras sin fin, campos de concentración, torturas, muerte y sufrimientos. Balas y sangre. Pol Pot.

#) Aunque después de 1945 se fue imponiendo el demosocialismo de camisa blanca, en sus ediciones escandinavas, anglosajonas -laborismo o new deal- o a la francesa, y árabe, sionista, iberoamericana, negras, tercermundistas, etc. Tampoco hubo muchas diferencias, y no mucho mejores fueron los frutos observables:
-- estatismo: Estado intervencionista, ineficiente y parásito;
-- gasto público desbordado, con impuestos exorbitados, y en muchos casos astronómicas deudas estatales;
-- degradación de la moneda e inflación de precios, y con alto desempleo;
-- regulaciones paralizantes y anticompetitivas, con improductividad e ineficiencia en las empresas privadas;
-- inseguridad en las calles, injusticia en los tribunales, y corrupción galopante;
-- y por último, pero no menos destacable: medicina y educación políticamente subordinadas a los Gobiernos y de calidad muy pobre, y jubilaciones y pensiones indignas y miserables.

Es cierto que la derecha mercantilista favorece los privilegios, injustos y por ende inmorales. Pero la derecha cristiana y liberal, defiende la propiedad privada contra las expropiaciones, invasiones, robos y secuestros; la ley y el orden contra la criminalidad y la anarquía; el trabajo, el ahorro, la inversión y la producción contra el populismo y el distribucionismo; la creación de riqueza contra la pobreza; y la familia contra su depauperación y desaparición. Nada de malo.

#) ¿El “centro”? Es el intento de esconderse en una fórmula de compromiso, en la práctica siempre estatista, mucho menos que óptima, e intrínsecamente inestable. O es un subterfugio para evitar la definición.

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No es lo mismo: CAPITALISMO Y MERCANTILISMO


Alberto Mansueti


“Capitalismo” es como llaman a la economía libre, que nunca tuvimos en Guatemala ni en América latina, al menos plenamente. Lo que tuvimos fue mercantilismo: la economía estatista a favor de los privilegiados ricos.

¿Y el socialismo? Es la economía estatista que dice favorecer a los pobres, pero en realidad favorece a los privilegiados políticos. Y lo que tenemos hoy en Latinoamérica -y el mundo- es una desafortunada combinación de ambas variedades de estatismo: mercantilismo y socialismo.

En una economía “capitalista”, los precios de los bienes, servicios y factores productivos, y demás condiciones de los intercambios, son acordados por voluntario consentimiento de vendedores y compradores. Sin privilegios diferenciales conferidas por el Estado a ciertos sectores particulares en exclusividad, los verdaderos monopolios. Y sin coerción ni fraude. Así los niveles de precios, ahorro, inversión, empleo, producción y consumo, etc., se determinan según los procesos de los mercados, y asimismo las ganancias, rentas y salarios y demás resultados obtenidos por los participantes. Es un sistema eficiente y moral.

Y realista. Las leyes naturales de los mercados son determinadas por la conducta humana tal como es, animada por el deseo natural de mejorar la propia condición, mediante el uso de la razón, explotando las oportunidades disponibles para satisfacer las propias necesidades, comenzando por las materiales. En el ahorro, inversión, trabajo, producción, consumo, etc., cada quien sigue su propio interés. Pero así genera riqueza y crea empleo; y de tal forma ayuda al prójimo, aún sin ser ese su propósito y voluntad, y hasta mejor que si lo fuese.

Tales procesos se expresan en las leyes de la economía como ciencia: leyes de la oferta y la demanda, pero también de la utilidad marginal, rendimiento decreciente de los factores, costos y beneficios, etc. Como dichas leyes lo describen y explican, los logros o fracasos de cada quien resultan de las decisiones “marginales”, cotidianas y continuas, según cálculo racional: trabajar o no; consumir, ahorrar o producir; asociarse o seguir solo; comprar el insumo X o el Y; emplear el recurso A o el B, etc. Ud. puede ver estas leyes en cualquier texto de Economía de la corriente austriana, la que más fielmente se apega a la realidad económica.

En el mercantilismo en cambio, los precios y condiciones de intercambio son fijados por los Gobiernos. La riqueza depende de la negociación con el funcionario. Y el éxito depende del soborno, o del cabildeo y astucia para influir en la fabricación de leyes. La ganancia ya no depende de la capacidad, habilidad y disposición para ser cumplido, y creativo, prudente, ahorrativo y eficiente, dejando satisfechos a clientes, empleados y proveedores. Se puede uno enriquecer sin servir y enriquecer a los demás. Por eso es un sistema ineficiente. E inmoral.

E irrealista. Como en toda forma de estatismo, se pretende que la conducta humana sea como los planificadores nos dicen que “debería ser” o que “deberíamos” hacer. Se nos dice que los intereses individuales deberían ceder paso al de la nación, o al interés común. Aunque ellos -los dirigentes y “líderes” estatistas- hacen en realidad otra cosa: jamás descuidan su interés propio (el de ellos) y más bien lo anteponen.

Y como en todo estatismo, se inventan unas “escuelas” de la economía, muy alejadas de la verdad científica, pero que no obstante prevalecen en las academias universitarias -controladas por los Gobiernos- porque son las que mejor cubren las mentiras del poder. En el s. XVIII la escuela mercantilista fue la doctrina económica del despotismo ilustrado. En el s. XIX florecieron la Escuela histórica alemana y el marxismo, para legitimar “científicamente” las pretensiones del prusianismo y del socialismo. Y en el s. XX tuvimos la proliferación de Escuelas del “mainstream” (corriente principal).

Un sistema capitalista no se circunscribe a los bienes y servicios “económicos” -comida, ropa, viviendas, seguros- y al campo convencional de la economía. En una sociedad libre, la educación, los servicios médicos, y las jubilaciones y pensiones -así como la información, la comunicación y el entretenimiento- también se arreglan mediante procesos de mercado. Las escuelas, clínicas, cajas de jubilaciones, medios de prensa, etc, deben estar abiertos a la competencia, para optimizarse el uso de los recursos, y asignarse conforme a las prioridades establecidas por la sociedad, expresadas en las demandas de mercado. Es la única manera de tener esos bienes y servicios abundantes, económicos y de buena calidad.

El capitalismo requiere además un modelo político: el Gobierno limitado. En el Gobierno sin fronteras, el Poder Ejecutivo interviene amplia y arbitrariamente en todas las actividades económicas, apoyado en profusas y confusas leyes reglamentaristas. Un Gobierno limitado no es que no existe o no interviene en la economía, sino el que se limita a tratar con la violencia y el fraude, y mediante las leyes generales. Y en tales casos interviene, en la economía y en toda actividad privada, pero sólo entonces, a través de jueces, y con arreglo a las disposiciones establecidas en esas leyes. Interviene en conflictos de derechos, no de intereses, que se resuelven por las vías de los mercados.

Por último, en el capitalismo la política también es un proceso de mercado. Hoy los gobiernos reglamentan al detalle y autoritariamente las actividades de los partidos. Les exigen adoptar la ideología democrática, y practicarla: que cada tanto hagan asambleas para renovar autoridades etc.; y que sus campañas y financiamientos se hagan conforme a los reglamentos. Y nos parece muy bien. Pero en una democracia liberal es distinto: con libertad de pensamiento, puede haber partidos democráticos, y otros no. Y los partidos deben competir por el favor del público: no es el legislador ni el funcionario electoral quien decide. Somos los ciudadanos quienes ingresamos, y permanecemos, o salimos de los partidos cuyas declaraciones, vida interna o forma de hacer campañas o financiarse nos desagrada -votando con los pies- e ingresando en otros, o creando los que no existen aún.

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No es lo mismo: REPÚBLICA Y ESTADO DE DERECHO


Alberto Mansueti


Un Gobierno limitado se constriñe a la defensa y la seguridad; la administración de justicia; y la contratación con empresas privadas para la realización y mantenimiento de obras públicas. Su poder se limita a las facultades y atribuciones para cumplir las tales tres funciones. Y también sus gastos, y sus impuestos y recursos. Así el poder no interfiere en las actividades normales de la educación, medicina y asistencia social, ni de la economía y las finanzas, a cargo de los sectores privados: empresas y organizaciones no lucrativas.

Un Gobierno sin fronteras en cambio pretende brindar educación y atención médica a la población, así como jubilaciones y pensiones. Asume entonces la propiedad, la gestión y/o el control sobre institutos educativos, hospitales y cajas provisionales. Y sobre fincas, comercios, fábricas, bancos y toda clase de empresas productivas, porque también pretende controlar la Economía.

Con el pretexto de cumplir tantas funciones, en todas esas áreas, asume unos poderes casi ilimitados. Y sus gastos también se disparan, con lo que surgen los impuestos excesivos, la deuda crónica, y la impresión indiscriminada de billetes y multiplicación artificial del crédito. Así un Gobierno interfiere negativamente en las actividades privadas.

Y es imposible evitar que un Gobierno así incurra en toda clase de abusos. La corrupción es sólo uno de ellos, pero también los impuestos confiscatorios y la inflación de dinero, y los privilegios monopolísticos concedidos a empresas y grupos de intereses especiales.

Algunos filósofos griegos pensaron que la Democracia era un antídoto eficaz contra los abusos. Pero en el s. XX la Democracia no sólo fue incapaz de contener al Gobierno ilimitado, sino que lo propulsó. El antídoto se vio entonces en la República o democracia liberal, forma de Gobierno que incluye ciertas instituciones básicas garantizadas por la Constitución. Y así es, pero ellas pueden servir para contener al poder sólo si sirven para contener la Democracia; es decir, si la voluntad de la mayoría no puede cambiarlas. O no puede cambiar su interpretación, su sentido o su formulación, que es lo que ocurrió. Vea Ud.:

#) Libertades individuales. De expresión y prensa, reunión y asociación, culto, y todas las libertades civiles y políticas, incluso los derechos a la justa defensa y resistencia a la opresión. Son los verdaderos derechos humanos: a la vida, libertad y propiedades; y a la “procura de la felicidad”, cada quien por su cuenta y ciencia, respetando iguales potestades del prójimo. Y las libertades económicas, que son las garantías a la propiedad privada, a la competencia y al libre comercio. En 1776, las demarcaciones constitucionales que protegían estos derechos fueron formuladas en EEUU como limitaciones a las acciones y a los derechos de los Gobiernos, en las primeras enmiendas a la Constitución.

Sin embargo, con el tiempo se agregaron los supuestos derechos a la educación y a la salud, al empleo y al salario “digno”, a la vivienda “higiénica” y otros derechos “sociales”, entendidos como derechos colectivos, formulados e interpretados como autorizaciones a los Gobiernos para usurpar funciones privadas, o para interferir en su cumplimiento por las instituciones privadas.

#) Estado de Derecho. Es el “imperio de la ley”, no del gobernante ni del funcionario. Pero la ley entendida como norma mínima de conducta racional, regla no sólo clara sino justa e igual, la cual garantiza libertad personal en todos los comportamientos no prohibidos expresamente, entendidos como derechos. Por eso la igualdad ante la ley es igualdad de derechos; no de resultados, ni de oportunidades. El Gobierno se limita a asegurar esos derechos de todos, sin brindar privilegios a los intereses de algunos en perjuicio de otros. Y sólo interviene con su brazo judicial, cuando la ley es violada.

Sin embargo, con el tiempo prevaleció la concepción positivista contraria, según la cual “Estado de Derecho” es que cualquier injusticia, locura o atrocidad puede ser legalizada, si es con amplias mayorías de diputados, elegidos por amplias mayorías de sufragios, como en el Tercer Reich, donde hasta el genocidio fue legal. No hay más ley que la voluntad del legislador, concepto que lamentablemente prevalece en nuestras Facultades de Derecho, y en nuestras democracias.

#) Separación de poderes o independencia del poder judicial, según si el modelo constitucional es parlamentario o presidencialista. En uno el Ejecutivo se subordina al Legislativo del cual procede: el pueblo escoge a los miembros del Parlamento y éstos al Primer Ministro; pero los tribunales son independientes. En otro se “dividen” los tres poderes, y se elige por separado al Presidente y a los miembros del Congreso. El sistema parlamentario es el de la tradición británica y los países del Commonwealth, y el presidencialista el de EEUU y parte de Europa continental.

¿Cuál de los dos es mejor para contener los abusos del poder y/o los abusos de las mayorías? Muy vieja pregunta, que la experiencia ya ha respondido: ninguno. Hubo gobiernos abusivos y totalitarios en países parlamentarios y presidencialistas.

#) Federalismo y autonomía municipal: carácter supremo de los Gobiernos locales y subsidiario del Gobierno central o federal, e independencia del cabildo o municipio como fundamental constitutivo del Estado.

Estas sí son mejores barreras; pero ningún modelo o cláusula constitucional por sí sola puede servir a esa función, si no hay una fuerte corriente de opinión convencida y dispuesta a hacerla valer, y un partido político para servir de canal operativo. Esa es la única barrera eficaz. Principio de Jefferson: “El precio de la libertad es la vigilancia permanente”.

#) Gobierno responsable o Gobierno por consentimiento: la democracia debe ser efectiva y no meramente formal, y por tanto el gobernante debe responder fielmente al pueblo, y no puede recurrir a artilugios o trampas que falseen la voluntad popular expresada en las urnas.

Pero el poder no respeta voluntad popular alguna, si no hay la mencionada barrera: una corriente de opinión identificada con estos principios y dispuesta a defenderlos, y un instrumento político-electoral idóneo para expresarla y hacerla efectiva.

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