No es lo mismo: IZQUIERDA, DERECHA Y CENTRO


Alberto Mansueti




¡No tenga miedo a las palabras “capitalismo” ni “Derecha”! Si a la economía libre llaman “capitalismo liberal”, pues asumamos su defensa, ¿y qué? Y si los propulsores del socialismo se llaman de Izquierda, entonces los del capitalismo somos de “Derecha”, ¿y qué?

En eso los socialistas no son acomplejados, y una de las razones de su amplio predominio es que nos endilgan a nosotros los calificativos de “capitalistas” y “derechistas” como epítetos infamantes, y no los reivindicamos: por eso nos tiran a la lona en el primer round. Pero otro gallo cantara si asumimos nosotros esos términos. Y los clarificamos y matizamos: así como hay muchas clases de izquierdas, democráticas y revolucionarias, así también hay muchos tipos de derechas, mercantilistas y liberales.

Los socialistas ahora no tienen exactamente las mismas ideas que antes -ni sus oponentes- pero no es cierto que los términos Izquierda y Derecha hayan perdido vigencia, o esos conceptos se hayan desactualizado. Aunque para comprender bien sus significados conviene rastrearlos desde su origen, a fines del s. XVIII, en la revolución industrial inglesa, y en la revolución democrática francesa.

#) “Capitalismo” es el sistema de economía libre y Gobierno limitado (“gendarme nocturno”), que en el pasado hizo ricos a países muy pobres hace 300 o 200 años: Suiza, Holanda, Escocia, Inglaterra. Se basa en la libre y abierta competencia, con igualdad de oportunidades jurídicas. Sin ser perfecto -nada humano lo es- es muy superior a cualquier otro en orden a permitir la creación de riqueza para todos.

#) Estatismo es el sistema contrario, el de siempre en Latinoamérica, excepto en parte entre 1880 y 1930.

El estatismo viene en dos variedades: mercantilismo y socialismo; el primero es malo, y el segundo es peor. Mercantilismo es un sistema de privilegios para oligarquías económicas, que permite crear riqueza sólo para unos pocos, y el resto sigue en la pobreza. Y la pobreza se junta con la ignorancia, y engendran el socialismo, sistema de privilegios para oligarquías políticas, que no crean riqueza para nadie sino que destruyen la poca que hay.

#) El socialismo debe ser analizado y juzgado por sus resultados reales, y no por aquellos supuestos logros ideales que sus partidarios dicen perseguir, de palabra y en el papel, en sus discursos, sermones, clases y charlas.

Hay dos subespecies de socialismo: el reformista, democrático o girondino (menchevique), que se impone mediante la propaganda engañosa; y el revolucionario o jacobino (nazi o comunista: bolchevique), que usa la presión y las armas: stalinista, mussolinista, hitlerista o maoísta.

Mediante el proceso político -el toma y dame del estatismo- las izquierdas blandas y las derechas antiliberales combinan socialismo democrático con mercantilismo, creando y repartiendo privilegios para oligarquías políticas y económicas a la vez. Siempre fracasan.

Y tras los inevitables fracasos de estas combinaciones irrumpe siempre el ala más dura, comunista y radical. Así es p. ej. otra vez en Venezuela, Bolivia, Ecuador o Paraguay, con Presidentes que ahora la clase media repudia, pero que como candidatos contaron con buena parte de sus votos.

#) “Izquierda” se llamó durante las sangrientas revoluciones europeas de 1789, 1820, 1830, 1848, 1871 y 1917-18, a la fuerza ideológica y política que en nombre del socialismo atacó violentamente el Gobierno limitado, el capitalismo y la propiedad, la ética socialmente aceptada (“victoriana”) y las instituciones tradicionales: matrimonio, familia y religión. En estas trágicas masacres asesinaron aldeas completas de gentes, y diezmaron pueblos y villas, y barrios o sectores enteros en muchas ciudades.

#) “Derecha” se llamó desde entonces a la muy heterogénea alianza de factores sociales, económicos, religiosos, militares y políticos que reaccionaron (“reaccionarios”) resistiendo con determinación y vigor a las izquierdas: elites urbanas, clase media de las villas o burgos (“burguesía”), Iglesias, ejército, los monárquicos (constitucionales y absolutistas) y los tradicionalistas y conservadores. Y liberales. Pero también mercantilistas.

Sin embargo, ya en el s. XX -desde las revoluciones mexicana (1911) y rusa (1917)- las derechas se perdieron en nostalgias románticas y defensas de privilegios, y fueron incapaces siquiera de poner contención a las izquierdas.

#) Y emergieron dos facciones ultrasocialistas: las del fascismo y socialismo nacional, y las del comunismo o socialismo internacionalista (“proletario”). Las segundas acusaron falsamente de “derecha” (¡extrema!) a las primeras. Pero no hubo grandes diferencias; sólo lucha por el poder. Sean camisas rojas, negras o pardas, sus “logros” fueron hambre, miseria, opresión, guerras sin fin, campos de concentración, torturas, muerte y sufrimientos. Balas y sangre. Pol Pot.

#) Aunque después de 1945 se fue imponiendo el demosocialismo de camisa blanca, en sus ediciones escandinavas, anglosajonas -laborismo o new deal- o a la francesa, y árabe, sionista, iberoamericana, negras, tercermundistas, etc. Tampoco hubo muchas diferencias, y no mucho mejores fueron los frutos observables:
-- estatismo: Estado intervencionista, ineficiente y parásito;
-- gasto público desbordado, con impuestos exorbitados, y en muchos casos astronómicas deudas estatales;
-- degradación de la moneda e inflación de precios, y con alto desempleo;
-- regulaciones paralizantes y anticompetitivas, con improductividad e ineficiencia en las empresas privadas;
-- inseguridad en las calles, injusticia en los tribunales, y corrupción galopante;
-- y por último, pero no menos destacable: medicina y educación políticamente subordinadas a los Gobiernos y de calidad muy pobre, y jubilaciones y pensiones indignas y miserables.

Es cierto que la derecha mercantilista favorece los privilegios, injustos y por ende inmorales. Pero la derecha cristiana y liberal, defiende la propiedad privada contra las expropiaciones, invasiones, robos y secuestros; la ley y el orden contra la criminalidad y la anarquía; el trabajo, el ahorro, la inversión y la producción contra el populismo y el distribucionismo; la creación de riqueza contra la pobreza; y la familia contra su depauperación y desaparición. Nada de malo.

#) ¿El “centro”? Es el intento de esconderse en una fórmula de compromiso, en la práctica siempre estatista, mucho menos que óptima, e intrínsecamente inestable. O es un subterfugio para evitar la definición.

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